Quizás no son los mejores días para escribir esta entrada,
la primera de opinión en muchísimo tiempo y cerca de las fiestas patronales, cuando los temas de los que todo el mundo
habla tienen más que ver con los festejos que con un cura que sale del pueblo
por la puerta de atrás y quizás, aprovechando que sus parroquianos estamos más
pendientes de otras cosas.
Pero la actualidad manda y no podía dejar pasar este momento,
el momento del adiós a un sacerdote que ha estado en Nava poco más de cuatro
años y que probablemente pasará a la historia por ser el menos querido y el que,
en menos tiempo, más ha dado que hablar en nuestro pueblo.
No voy a entrar en temas de su vida personal, Dios me libre,
pero sí en su labor como párroco de Nava, una labor pastoral que dista mucho de
ser ejemplar.
Si hubiera una lista de profesiones que se deberían ejercer
por VOCACIÓN, quizás el sacerdocio tendría que ocupar el primer lugar. Y este
quizás sea el fallo, que este señor y muchos otros curas de hoy en día, tienen
el sacerdocio como un empleo, un puesto de trabajo con sus horarios, sus
vacaciones, su paga y punto. ¡Pues no! Hasta donde yo llego a entender, un párroco
tiene que ser otra cosa, empezando por la cercanía a los fieles y la ausencia
de soberbia en el trato con ellos. De la una, nuestro párroco andaba escaso y
de la otra, ha repartido más que Jesucristo panes y peces.
Y de la soberbia, pasamos a la ira. Tengo que decir que
pronto se cumplirán 20 años desde que empecé a escribir en El Norte de
Castilla, pues bien, mira que he tenido gente que me ha criticado o cuestionado
en estos años, pero nunca nadie y repito ¡nadie! me ha hecho las amenazas que
este señor llegó a hacerme cuando supo que iba a publicar un artículo sobre la
dimisión de la junta económica parroquial.
Es un tema del que hablé poco y cuyos detalles sólo conocen mis allegados. Sólo decir, que si la grabación de esa minientrevista telefónica que le hice hubiera llegado al obispado, y hubieran escuchado el ataque de ira y lo que pudo echar por esa boca, quizás nos habríamos ahorrado unos años de párroco.
Porque sí, imagino que le pillaría en un mal momento y pensaría, equivocadamente, que iba a publicar otras cosas... pero hay palabras que no pueden salir nunca por la boca de un religioso.
Es un tema del que hablé poco y cuyos detalles sólo conocen mis allegados. Sólo decir, que si la grabación de esa minientrevista telefónica que le hice hubiera llegado al obispado, y hubieran escuchado el ataque de ira y lo que pudo echar por esa boca, quizás nos habríamos ahorrado unos años de párroco.
Porque sí, imagino que le pillaría en un mal momento y pensaría, equivocadamente, que iba a publicar otras cosas... pero hay palabras que no pueden salir nunca por la boca de un religioso.
Con la reparación de la iglesia y el trato que dio a los que
no compartieron su forma de llevarla a cabo, ya se dejó ver. Pronto. Se puede
entender que hiciera una criba para rodearse de su gente, pero lo que hizo fue
una auténtica purga, haciendo dimitir a la Junta Económica parroquial y
provocando una situación que no se había dado nunca antes en Nava. “Las
críticas, por un oído me entran y por otro me salen” fue una de sus frases más
famosas que dijo desde el altar. Viva la humildad y clara muestra de lo que iba a
ser su peculiar forma de dirigirse a los feligreses.
Y echando a casi todos del entorno eclesiástico anterior, llegó otro error.Pero éste no achacable a él, más bien al grupo de palmeros
que se fue creando alrededor y que por no ver peligrar llevar la voz cantante
en alguna nueva cofradía o en otros temas parroquiales, no han sido capaces de hacerle
ver que le fallaban las formas una barbaridad y que se estaba alejando de sus
feligreses como ningún otro cura lo ha hecho antes en nuestro pueblo.
Y si en Nava pocos le echarán de menos, en Santiuste seguramente
nadie. El enfrentamiento que tuvo el pasado julio con vecinos y ayuntamiento
con motivo de la festividad de la Virgen del Carmen, terminó por arruinar
definitivamente la mala fama que se había venido ganando año a año.
Enfrentarse a la devoción de todo un pueblo queriendo
cambiar de día la fiesta de la patrona, sin duda fue una decisión equivocada que
trató de imponer basándose en el derecho canónico, pero con la
arrogancia y las malas formas de las que ha hecho gala desde que llegó en 2012.
No, no le van a echar
de menos. Ni a él ni a esos sermones más propios de los siglos de la
Inquisición que de un religioso del siglo XXI, ni le echarán en falta los
padres de niños que iban a tomar la comunión, a los que más que asesorar,
regañaba; ni el coro parroquial a los que llegaba incluso a cuestionar
repertorio o afear que cobraran en actuaciones fuera de la iglesia de Nava. Creo
que si le llegan a dejar unos años más, esa "urna" que habilitó en la parte trasera del templo para dar misa se habría
quedado pequeña, porque le habrían quedado cuatro fieles contados.
Así pues, recibamos con cánticos al párroco que venga nuevo,
porque eso de que “Otro vendrá que a mí bueno me hará”, en este caso no se va a
dar, muy mal lo tendría que hacer. Y eso sí, al que ahora llega le deseamos que
sea capaz de recuperar a todos aquellos católicos que este señor ha hecho
alejarse de la iglesia, entre los que me incluyo. ¡Valor y al toro!
Y a los de Sepúlveda,
mucho ánimo, lo van a necesitar…