Estos días se han “graduado” mis niños al terminar su etapa en Educación infantil, y me viene muy bien para retroceder en el tiempo y hacer memoria de mis años de colegio, pues sé que muchos de vosotros, los habéis compartido y os gustará recordar…
Mis primer contacto con la enseñanza fue con las monjitas, en los bajos del actual Centro cultural, donde más tarde tambien haría primero de EGB.
De párvulos no podré olvidar nunca la dulzura de Doña Teo, a quien siempre le decía que era mi novia, algo que me recordó durante años cada vez que nos veíamos. De las dos Marías Luisas no tengo muchos recuerdos, pero seguramente que yo escriba con la derecha siendo zurdo, se lo debo en parte a alguna de las dos… creo que siempre me han tenido afecto, y yo a ellas.
Me habría encantado que me diera clase Doña Maribel, siempre tan perfecta, aunque su marido, D. Jesús, si me la dio en quinto, y aún recuerdo un señor capón que me dio por tratar de calcar un dibujo.
En primero y segundo creo recordar que me dieron clase Dª Maria del Coro y Dª Teresa, y recuerdo como me alegré de que no me la diera D. Gregorio…Fueron años muy buenos, tanto como el siguiente con Don Eduardo, un excelente maestro que ya no está entre nosotros.
En cuarto llegaron las clases mixtas, unos fueron con D. Secundino,el A, y nosotros con su mujer Dª Mari Ángeles, el B. La primera etapa la terminamos, como ya he mencionado, con Don Jesús de quien guardo muy buen recuerdo.
Empezamos la segunda etapa de forma un poco alterada. Se supone que íbamos a inaugurar el edificio junto a la fábrica de plásticos pero un retraso en las obras nos llevó a ocupar como aula, durante buena parte del curso, la actual biblioteca en el ayuntamiento.¡nosotros solos!
De sexto recuerdo a D. Santos, a D. Jesús y su pipa y poco más. Si tuviera que quedarme con un curso sería con séptimo, con Don Pedro de tutor, siempre tan peculiar. Sin duda hay muchas anécdotas de aquel curso porque estábamos organizando saraos cada dos por tres(actuaciones, murales por la visita del Papa, el concurso Un,dos , tres,…)pero también recuerdo que aprendí mucho, lo mismo que el año siguiente donde nos volvimos a juntar el A y el B en la misma clase de octavo. En el último curso de EGB ya éramos “mayores” y eso nos marcó bastante. Don Justo, nuestro tutor, también nos marcó mucho, pero más lo hizo su pérdida unos meses después de acabar el colegio.
Quizás, una de las sensaciones más bonitas que he vivido fue cuando bastantes años después de terminar el colegio, volví a entrar en las clases junto a la fábrica de plásticos, esas clases que recorrí de niño tantas veces. Fueron tantos recuerdos, tantas sensaciones; y ver que Don Pedro aun conservaba parte de un mural hecho por nosotros fue muy gratificante. No he vuelto, pero creo que con las múltiples obras, el edificio estará irreconocible.
Y por cierto, volviendo a los primeros años de parvulitos. No sé si los niños de hoy en día siguen pensando que junto al patio vive una bruja, pero sólo por los cientos de pequeños que vivíamos “aterrorizados” con la posibilidad de que apareciera tras la tapia, se debería hacer un pequeño recuerdo en honor de tan “ilustre” y sufrida vecina. Una placa, una estatuilla, no sé. Sería bonito y ampliaría en uno más los rincones peculiares de nuestro pueblo.
Mis primer contacto con la enseñanza fue con las monjitas, en los bajos del actual Centro cultural, donde más tarde tambien haría primero de EGB.
De párvulos no podré olvidar nunca la dulzura de Doña Teo, a quien siempre le decía que era mi novia, algo que me recordó durante años cada vez que nos veíamos. De las dos Marías Luisas no tengo muchos recuerdos, pero seguramente que yo escriba con la derecha siendo zurdo, se lo debo en parte a alguna de las dos… creo que siempre me han tenido afecto, y yo a ellas.
Me habría encantado que me diera clase Doña Maribel, siempre tan perfecta, aunque su marido, D. Jesús, si me la dio en quinto, y aún recuerdo un señor capón que me dio por tratar de calcar un dibujo.
En primero y segundo creo recordar que me dieron clase Dª Maria del Coro y Dª Teresa, y recuerdo como me alegré de que no me la diera D. Gregorio…Fueron años muy buenos, tanto como el siguiente con Don Eduardo, un excelente maestro que ya no está entre nosotros.
En cuarto llegaron las clases mixtas, unos fueron con D. Secundino,el A, y nosotros con su mujer Dª Mari Ángeles, el B. La primera etapa la terminamos, como ya he mencionado, con Don Jesús de quien guardo muy buen recuerdo.
Empezamos la segunda etapa de forma un poco alterada. Se supone que íbamos a inaugurar el edificio junto a la fábrica de plásticos pero un retraso en las obras nos llevó a ocupar como aula, durante buena parte del curso, la actual biblioteca en el ayuntamiento.¡nosotros solos!
De sexto recuerdo a D. Santos, a D. Jesús y su pipa y poco más. Si tuviera que quedarme con un curso sería con séptimo, con Don Pedro de tutor, siempre tan peculiar. Sin duda hay muchas anécdotas de aquel curso porque estábamos organizando saraos cada dos por tres(actuaciones, murales por la visita del Papa, el concurso Un,dos , tres,…)pero también recuerdo que aprendí mucho, lo mismo que el año siguiente donde nos volvimos a juntar el A y el B en la misma clase de octavo. En el último curso de EGB ya éramos “mayores” y eso nos marcó bastante. Don Justo, nuestro tutor, también nos marcó mucho, pero más lo hizo su pérdida unos meses después de acabar el colegio.
Quizás, una de las sensaciones más bonitas que he vivido fue cuando bastantes años después de terminar el colegio, volví a entrar en las clases junto a la fábrica de plásticos, esas clases que recorrí de niño tantas veces. Fueron tantos recuerdos, tantas sensaciones; y ver que Don Pedro aun conservaba parte de un mural hecho por nosotros fue muy gratificante. No he vuelto, pero creo que con las múltiples obras, el edificio estará irreconocible.
Y por cierto, volviendo a los primeros años de parvulitos. No sé si los niños de hoy en día siguen pensando que junto al patio vive una bruja, pero sólo por los cientos de pequeños que vivíamos “aterrorizados” con la posibilidad de que apareciera tras la tapia, se debería hacer un pequeño recuerdo en honor de tan “ilustre” y sufrida vecina. Una placa, una estatuilla, no sé. Sería bonito y ampliaría en uno más los rincones peculiares de nuestro pueblo.