Las intervenciones asistidas con perros cada
día más presentes en centros educativos y de mayores
Además de saltar en los charcos y
jugar con la manguera del agua, dos de sus pasiones, Abril, una perra labrador retriever de poco más de dos año y medio de
vida, puede presumir de tener una autentica profesión, forma parte de las
denominadas intervenciones asistidas con perros (I.A.P.) que cada vez más
centros están incluyendo en sus programas de terapias, con resultados más que
satisfactorios. Se trata de intervenciones en las que un perro es incorporado
como parte de un tratamiento, con el objetivo directo de promover la mejoría en
las funciones físicas, sociales, emocionales o cognitivas y siempre dirigidas
por profesionales de la salud o de la educación.
“Yo a Abril la llamo mi compañera de vida, no
sólo formamos equipo de trabajo, si no que es mi amiga y mi familia. Ella tiene
mi plena confianza, mi cariño y mi respeto. Se lo ha ganado, porque no juzga,
no usa palabras, sólo sentimientos” comenta Marta Sanz Gómez, la terapeuta y profesional de
la educación que forma un tándem casi inseparable con Abril y que teniendo como
base Nava de la Asunción ya ha intervenido en diversos centros educativos y de
mayores de la provincia. Al igual que otros compañeros de profesión, Marta
piensa que hay un gran desconocimiento de lo que son las intervenciones
asistidas con perros. Unas intervenciones normalizadas ya en diversas
comunidades autónomas, la última la Comunidad de Madrid.
Las I.A.P. tienen programas de
inteligencia emocional, de apoyo y fomento educativo y de lectura, para mayores
dependientes, tanto con Alzheimer como con otras demencias, discapacidad
intelectual y grupal “y siempre en continua colaboración con los equipos
interdisciplinares de los centros donde se aplica, quienes conocen los
programas, creen en ellos y por eso existe continuidad" señala Marta, la mitad
de este equipo.
La otra mitad, Abril, muestra un
abanico de destrezas sociales cuando percibe en las personas angustia, miedo,
agitación o dolor y llegó a la vida de Marta a través de un familiar que lleva
muchos años en Asturias desempeñando intervenciones asistidas con perros. Él
fue quien la seleccionó, junto con otras dos cachorras más de la camada, para
que fueran futuras perras de apoyo. “Conocía esta profesión a través de él, y
para mí conjugaba a la perfección mis dos pasiones, los perros y mi trabajo,
pues soy maestra de educación infantil. Hace un par de años se dieron las
circunstancias perfectas para que pudiera realizar el curso de especialista en
intervenciones asistidas con perros” recuerda la educadora.
Para su formación, ambas acudieron
primero a la Escuela de formación del perro de apoyo, luego vendría el curso
“El perro de apoyo para las intervenciones terapéuticas, educativas y
sociales”. En una primera fase, Abril aprendió las normas básicas adaptadas a
su futuro laboral, mobiliario, socialización con usuarios, accesos a los
centros y a su personal y habituación al entorno de trabajo. Y en una segunda
fase, su entrenamiento se basó en adquirir las distintas habilidades
específicas y significativas que ella necesita para realizar las
intervenciones. “Todo esto se consigue a través del cariño, juego, firmeza y
dedicarle mucho tiempo” destaca Marta, quien recuerda cómo fueron los primeros
contactos de Abril con niños y ancianos,”fueron experiencias muy
gratificantes. Ambas aprendimos a la vez y eso nos unió aún más. Yo ya había
trabajado previamente con menores y con discapacitados, pero nunca con mayores
y he de decir que ha sido muy positivo para mí. Para el perro es muy importante
la habilidad y el criterio de su guía para un correcto entrenamiento”.
En mayo se cumplirá un año desde las
primeras intervenciones de Abril, y si hay algo que le caracteriza, es la alegría
con la que entra a trabajar a todos los centros a los que acude, un hecho que
llama la atención a los propios trabajadores de esos centros. Su presencia
llega a producir un efecto de calma y promueve un sentimiento de seguridad,
“me sorprendió mucho como un chico con graves problemas de conducta y
violencia, demostraba un profundo amor y respeto hacia Abril y es que sabe
crear un clima de confort y favorece la relajación y disminución de estrés.
Todo el mundo tiene una caricia, una bonita palabra o una chuche guardada para
Abril” comenta Marta, aunque reconoce que no a todo el mundo le gustan los
perros, “pero hemos conseguido que sobre todo personas mayores, que no les
gustan los perros, digan que al menos les gusta Abril. Al resto de colectivos,
les encanta que acuda a sus centros, establece un gran vínculo con los
usuarios”
Estas dos compañeras inseparables,
no han dejado de aprender y prepararse para realizar mejor sus intervenciones,
“para lo que nos dedicamos, hay que estar en continua formación” destaca Marta,
que actualmente trabaja en la residencia de ancianos La Alameda.
Nunca han tenido que suspender una
intervención por rechazo al animal o ausencia de resultados, ”los criterios
para valorar a las personas que participan en nuestros programas se consensuan
entre los profesionales de referencia y yo, que soy la especialista. De este
modo, se evitan situaciones que no son las deseadas” señala la educadora.
Las sesiones que Marta realiza con
Abril son un recurso para los equipos interdisciplinares de los centros, como
pueden ser el logopeda, fisioterapeuta, profesores o el terapeuta ocupacional,
quienes participan de la actividad.
Todas las intervenciones, así como
los objetivos individualizados de cada usuario quedan recogidos en el protocolo
PRIES (Protocolo individualizado de evolución y seguimiento), con el fin de
valorar anualmente los resultados de las intervenciones dentro del programa y
adjuntarlo al plan general de intervención o al plan personalizado de apoyo de
los centros.
Como planes de futuro, esperan poder acudir a centros de discapacidad intelectual, “es un colectivo en el que veo grandes posibilidades en las intervenciones asistidas por perros, tengo experiencia como educadora en el C.E.E. Nuestra Señora de la Esperanza y Abril está formada para que sus actuaciones produzcan mejoras físicas, funcionales y psicológicas en los usuarios. Somos una alternativa a lo convencional.” Pero tendrán que esperar, esta semana Abril ha estado a punto de morir mientras realizaba su última intervención. Al niño al que acompañaba por un parque se le oyó decir "no chupes eso" pero fue demasiado tarde y la perra chupó orugas de una procesionaria que le hizo vomitar casi de inmediato. La rápida intervención de un veterinario le salvó la vida, pero permanecerá unos días de baja para recuperarse y volver a su trabajo: hacer el bien a los demás.