Cientos de vecinos a través de sus firmas y ecologistas coinciden en reclamar a la CHD que paralice las demoliciones
Continúan las movilizaciones vecinales en Nava de la Asunción en contra del inminente derribo de los azudes conocidos como Presa Grande o Mesa y Presa Pequeña o del Molino del Quemao, en el río Voltoya. Una decisión tomada por la Confederación Hidrográfica del Duero con la que tampoco están de acuerdo las asociaciones ecologistas de la zona. Después de una segunda reunión vecinal celebrada el pasado domingo, la Asociación Terractúa se ha comprometido a hacer llegar a la CHD las más de trescientas firmas que en menos de una semana se han recogido por el municipio solicitando “la paralización de las inminentes obras de derribo de las presas y que se permita a los vecinos y vecinas de los municipios de Nava de la Asunción, Moraleja, Santiuste y Coca, la participación abierta y transparente en las decisiones que afectan al futuro de su entorno natural y social”.
Sin embargo, los ecologistas cuestionan si el efecto positivo perseguido por la Confederación Hidrográfica del Duero al derribar estos azudes en el río Voltoya en término de Nava de la Asunción, “será o no beneficioso para el río de verdad o como creemos, estamos ante una excepción que requiere de la realización de una valoración integral de la situación de las estructuras y su entorno natural”.
La asociación ecologista remite a diversos estudios de universidades europeas que ponen en relieve lo necesario que es tener en cuenta el impacto ecológico que produce la demolición de estas construcciones, “por lo que se debe procurar no cometer los mismos errores que cuando se construyeron”.
Desde Terractúa consideran también que “dada la situación actual del caudal del río Voltoya se ha generado en esta zona, de escasos dos kilómetros, un biotopo consolidado a lo largo de más de cien años que alberga un alto valor ecológico a preservar, suponiendo para la comarca y el pinar colindante de Las Ordas, un reservorio de especies vegetales, árboles y arbustos, así como de fauna salvaje como la nutria, galápago leproso, martín pescador, gineta, garduña, visón o búho real entre otros, cuya supervivencia se pondrá en serio peligro si cambiamos ahora su hábitat por un río seco y sin estas acumulaciones de agua en época de estío” destacan en la nota.
En sintonía con los vecinos que acudieron a la convocatoria vecinal del pasado domingo, en lugar de las demoliciones proponen a la administración “una adecuada rehabilitación de las estructuras para permitir el paso de los peces, evitar derrumbamientos o los efectos de avenidas y proteger a las personas, además de un adecuado mantenimiento del cauce y sobre todo el cumplimiento estricto de la ley que regula el caudal mínimo ecológico de los ríos, aspecto este último que consideramos esencial en la valoración de este caso, ya que el Voltoya en esta zona es un río seco en estos tramos en el verano., debido en parte a la mala regulación de las presas río arriba y de las numerosas extracciones para uso agrario”.
Vecinos y ecologistas quieren también que se tengan en cuenta motivaciones sociales, culturales e históricas para no proceder con el desmantelamiento de los azudes,” la historia viva de nuestros ríos Voltoya y Eresma y el gran arraigo de la población con el lugar, forman parte de la identidad de varias generaciones de gentes y su desarrollo personal, social y económico. La presencia de “los molinos del Voltoya” es una historia presente en el imaginario de la población que merece ser preservada y transmitida a otras generaciones”.
Aunque en Terractúa son conscientes de que hay un matiz político en las decisiones que se están tomando en los últimos días, esperan que no se politice ninguna futura medida de presión o iniciativa vecinal en contra del derribo de los azudes, ya que de ser así sus responsables se retirarían de forma inmediata, “el sentir popular no tiene ideología y sería muy gratificante ver a un vecino de izquierdas y otro de derechas defendiendo su río y su entorno” concluyó Cebrián.