El próximo día 21, se cumplirá un mes de
la disolución de la junta económica parroquial de Nava de la Asunción. Las diferencias con el nuevo párroco local,
junto al secretismo y la forma como se están llevando a cabo las obras en la
iglesia Nuestra Señora de la Asunción, han terminado con una crisis sin
precedentes en la parroquia de Nava.
Se trata de la primera vez, desde que se creara hace casi cuarenta años, que la junta económica
parroquial se disuelve por la dimisión
de sus miembros. Una junta formada por un grupo variable de laicos con el fin
de administrar junto a los sacerdotes los bienes de la parroquia y que estaba presidida
por Alfonso Tapia, alcalde de Nava durante ocho años. Entre sus miembros se
encontraba también, Pedro González,
maestro y juez de paz de la localidad durante años, Aurora Barbado y Javier Marugán, encargado
este último de las cuentas de la
parroquia. “Ha sido una decisión muy meditada porque siempre ha existido muy
buena colaboración con todos los párrocos hasta ahora, siempre se ha puesto
ilusión porque se hacía por los intereses de la parroquia” señala el hasta
ahora presidente de la junta, Alfonso Tapia.
Para los miembros que han dimitido, las obras en la iglesia
han supuesto “la gota que colma el vaso” tras una serie de diferencias con el
nuevo sacerdote, Casimiro Lamparsky, “Creemos que no era el momento de hacer las
obras en la iglesia, casi más por motivos morales que económicos. En los
momentos actuales puede llegar a parecer que es un derroche y quizás se tendría
que tener un poco más de sensibilidad al hacerlas, se tendría que haber
esperado a que los acontecimientos cambiaran” señala Tapia.
Otro de los hasta ahora componentes de la junta recuerda
como “Jamás ha habido un problema con los curas anteriores, todo lo contrario,
había armonía y se trabajaba y se luchaba por hacer cosas para la parroquia,
pero ahora es todo ordeno y mando y eso no se puede hacer. Esta situación se
veía venir porque se está cargando todo lo que han hecho los curas anteriores”.
El malestar de la junta económica se incrementó días antes
de presentar la dimisión, al sentir que no se les informaba de lo que se iba a
hacer en el templo “No es ni el momento, ni son las formas de afrontar esas
obras, porque se requiere a alguien con conocimientos suficientes para afrontar
imprevistos y soluciones correctamente, solventar dudas, una dirección técnica,
además, no se ha hecho una memoria valorada, y no hay nadie que dirija las
obras que se sepa, alguien capacitado que sepa los pasos adecuados que hay que
dar en un edificio artístico como es la iglesia. Es que ¡se ha metido una
maquina!, y allí hay fosas; y tanto en esta ocasión como en obras anteriores se
han sacado huesos, y nosotros comentamos que sería bueno tratar de identificar
esas sepulturas, como un símbolo” comenta el ex presidente, quien detalla los
motivos de su dimisión, ”Hemos presentado la dimisión porque no podemos
hacernos responsables de unas obras realizadas de esta manera, aunque quizás
algunos nos critiquen por dejarlo en este momento pero es que el párroco no se
deja aconsejar por nada ni por nadie, acaba de llegar al pueblo y se mete en un
berenjenal de algo que compete a los del pueblo, a los que todavía ni conoce”.
De todos los componentes, el más veterano era Pedro
González, quien llevaba 34 de sus 82 años siendo, primero secretario y luego un
miembro más de la junta. Don Pedro, como le conocen todos en Nava cree que “hay
que dar tiempo al tiempo para ver si se serenan los ánimos” recordando que la
junta se creó para aconsejar a los párrocos y que luego ellos tomaran las
decisiones,” el de ahora ha actuado así porque tiene potestad para hacer lo que
le parezca, dice que hay dinero y como hay dinero pues se gasta, pero veremos a
ver por dónde sale” señala el único de los cuatro componentes que no llegó a
presentar la dimisión “Yo intenté mediar, pedí que se reflexionara, que se
reconsiderara la decisión de dimitir pero al final la junta quedó disuelta;
respeto la decisión del resto pero no la comparto, porque quizás se tendría que
haber esperado un poco”.
Esos teóricos fondos para sufragar las costosas obras del
templo también despertaron y despiertan desconfianza, “Según dijo, dinero hay,
pero veremos de dónde lo saca, pues nunca ha habido déficit en la parroquia y
desde hace dos años sí que lo hay porque ha habido unos gastos extraordinarios
que antes no eran normales” señala otro de los componentes de la junta,
coincidiendo con sus compañeros en destacar la forma impecable que hasta la
fecha se llevaba de las cuentas de la parroquia.
El futuro parroquial pasa ahora porque no tardando mucho se
convoque una nueva junta, pero la anterior desconoce qué hará el obispo una vez
informado de la disolución de la actual, “él es quien tiene la sartén por el
mango pero está claro que no se puede estar sin junta parroquial” señalan.
Aunque el párroco ya
estaría barajando varios candidatos para crear una nueva junta, ha preferido no
hacer pública su opinión, remitiendo a las actas y a la finalización de las
obras del templo previstas para Semana Santa.
El ayuntamiento al margen
Ante lo delicado de la situación parroquial, el alcalde de
Nava de la Asunción, Santiago de la Cruz, ha preferido no inmiscuirse en la
polémica como autoridad municipal “como
alcalde no me meto, pero a nivel personal creo que lo ideal sería reconducir la
situación con diálogo para llegar a un entendimiento por el bien de todos y de
los que llevan muchos años metidos en la Junta” señala.
El alcalde recuerda también su sorpresa cuando se enteró,
casi por casualidad, de la disolución de
la junta económica, señalando que quizás “los miembros de la junta deberían
haber puesto en conocimiento del obispo la situación parroquial”. Además,
coincide con todos ellos deseando que las obras salgan lo mejor posible por el
bien del pueblo.
Preguntado por la forma como se están llevando a cabo las
obras, el regidor señala que “la iglesia no está declarada bien de interés
cultural, por lo que no ha sido
necesario que se realice un informe arqueológico ni presentar el informe
correspondiente”. De todos modos, y pese
al distanciamiento del primer edil con las obras y su desarrollo, al ver que se
estaba utilizando en el templo una
máquina excavadora, se personó en ellas junto al arquitecto municipal, “nos
encontramos con que ya se había allanado todo tras retirar las dos tarimas, la
más superficial y la más antigua, además de los rastreles. La máquina al
parecer se usó para retirar la parte del suelo antiguo que tenía baldosas”
comenta el edil, quien tampoco tiene conocimiento de la aparición de restos
óseos de las sepulturas que se encuentran bajo el suelo y que según les informaron,
no se habían tocado. Tras la retirada de las antiguas tarimas numerosos vecinos
se interesaron por ellas, acabando la mayoría como leña de lujo para las
estufas locales. De la Cruz coincide con los miembros de la junta sobre la
frialdad de la piedra de Campaspero que se ha elegido para el nuevo suelo del
templo y recuerda que si se realizaran algunas modificaciones más de las que se
han solicitado en la licencia municipal, la parroquia tendría la obligación de comunicarlo.
Las misas se han trasladado a la ermita |